![Implicaciones éticas de la pandemia covid-19](https://www.eia.edu.co/wp-content/uploads/2021/01/CALIDAD-del-aire-1.jpg)
La pandemia del covid-19 nos encuentra con grandes limitaciones en el conocimiento de los expertos clínicos y de salud pública, lo que nos obliga a tomar decisiones con gran incertidumbre y a utilizar la estricta cuarentena sanitaria, que deja al descubierto la gran tensión entre salud de la población, autonomía y libertad individual, economía y política.
En esta pandemia hay dos grandes dilemas éticos con muchas implicaciones: el triaje o distribución de recursos en los hospitales desbordados en su demanda; y la decisión de imponer, mantener o levantar la cuarentena y su carácter.
En el primero, existe el riesgo de privilegiar motivaciones utilitaristas que comparen un ser humano con otro para decidir quién debe vivir. El único criterio aceptable para priorizar es el biopatológico, lo cual implica analizar quién tiene mayor probabilidad de sobrevivir con calidad y con el mayor beneficio a largo plazo.
En el segundo, existe el reto de sopesar los problemas socioeconómicos generados por la cuarentena frente a las muertes que se pueden evitar, como una medida transitoria, mientras los servicios de salud se preparen para enfrentarla.
Adicionalmente, en estas decisiones se corre el riesgo de afectar y limitar radicalmente la libertad de algunos grupos, como las personas de tercera edad. La decisión acerca del confinamiento obligatorio de este grupo humano genera una tensión entre la obligación de respetar sus decisiones autónomas y la misión de protegerlos, con visión paternalista, del riesgo al que están sometidos. Lo fundamental en la cuarentena para el ciudadano es ser consciente de que debe evitar hacer daño, infectando a terceros, por no seguir las medidas de bioprotección.
También se debe tener en cuenta el impacto del confinamiento en la población más vulnerable, pues sufre más que el resto por el desempleo, hambre y carencias; además, es la que tiene menor acceso a herramientas tecnológicas.
La pandemia hace imprescindible el aislamiento estricto de la persona infectada, lo cual supone añadir un factor de desconcierto y desgarro familiar. Este sufrimiento se hace especialmente lacerante cuando un paciente entra en la fase final de su vida con esta privación afectiva. Deberíamos estudiar cómo mejorar el acompañamiento para permitir un entorno más compasivo que facilite una muerte digna.
La salud de los enfermos con covid-19 es hoy una prioridad, pero también debe ser la de otros enfermos con patologías que requieren la atención de salud oportuna para evitar complicaciones, mayor sufrimiento y, en algunos casos, la muerte. Actualmente se corre el riesgo de descuidar pacientes pluripatológicos con problemas de salud crónicos que requieren atención y seguimiento permanente.
De otro lado, algunas medidas útiles en el control de la pandemia, como la recolección de información confidencial, tienen el riesgo de revelar información privilegiada a terceros e, incluso, permitir su comercialización. El modelo digital de manejo de la pandemia debe ser rigurosamente responsable, basado en principios como la transparencia y la rendición de cuentas.
La información sobre las razones para iniciar y terminar la cuarentena debe ser clara y objetiva; y aún más, la información sobre posibles medicamentos y vacunas, que debe manejarse con gran prudencia para no generar falsas expectativas y solo aceptar propuestas ceñidas al método científico.
La pandemia es un fenómeno catastrófico que pone a prueba la capacidad de la humanidad para enfrentarla, impactando con su alta carga de dolor, sufrimiento, enfermedad y muerte. Por la urgencia, el alto riesgo y lo masivo del fenómeno, interpela las propias capacidades técnicas, el desarrollo de los servicios de salud y el profesionalismo y humanidad de los médicos y del equipo de salud. También da cuenta de la disciplina social, la solidaridad y otros valores fundamentales para una armoniosa vida en común de los ciudadanos y las colectividades.
No sabemos cuánto tiempo más estaremos en esta condición, y así como son importantes las decisiones de las autoridades y las entidades prestadoras de los servicios de salud para superarla, también es fundamental que cada uno de nosotros actúe con responsabilidad para el cumplimiento de todos los protocolos de bioseguridad, como nuestro compromiso ético mínimo.
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