Por definición, las metodologías ágiles son aquellas que permiten adaptar la forma de trabajo a las condiciones del proyecto, consiguiendo flexibilidad e inmediatez en la respuesta para amoldar el proyecto y su desarrollo a las circunstancias específicas del entorno. En esencia, las empresas que apuestan por esta metodología consiguen gestionar sus proyectos de forma flexible, autónoma y eficaz reduciendo los costos e incrementando su productividad.
La gestión ágil de proyectos es necesaria como respuesta a los mercados actuales, ya que tiene como objetivo principal dotar de garantías a las cuatro demandas principales de la industria (valor, reducción del tiempo, agilidad y fiabilidad) agregando el máximo valor posible al producto/servicio, adaptando el proceso del desarrollo a la evolución de los requisitos y a las circunstancias del entorno.